sábado, 15 de junio de 2013

Una boda que es buena y nos vale (3)

Y comenzó el banquete, con su ensalada y su foie, y su bacalao y hongos también. Y su rape, qué maravilla, y el sorbete. Y el buey, y esa rica panchineta. Y estando todo ello bueno, y contando con buena compañía en aquel 'Castillo de Palermo', aún nos iban a ser dados más detalles de cuidado gusto y mejor humor, y más sorpresas. Porque esta boda no sólo era un festín para buenos paladares, si no también un conjunto de situaciones, de alegrías, de descubrimientos.
 Y abrieron regalos, como un álbum de la despedida de soltera de Estíbaliz por ejemplo, y llegó la tarta nupcial, al compás de otra gloriosa banda sonora...


Y acabada la degustación del postre, nos arremolinamos en torno a los recién casados, y a una pantalla, y pudimos ver pasajes de la infancia y adolescencia de ambos, y de épocas no tan pretéritas también. Las imágenes provocaron las risas propias del asombro de ver a Raúl y Estíbaliz (sobre todo al primero) con un aspecto hasta ahora desconocido por los comensales.
Y hubo más sorpresas, hacia los novios, y de parte de ellos.
 
Y llegó el baile. El primero, aquí plasmado gráficamente.
 

 Y a este baile iniciático le siguieron unos cuantos más, y algunos cubatas (más bien muchos), y peticiones musicales al pinchadiscos del certamen, algunas de las cuales fueron prescindibles, y otras imprescindibles, como el Vivir así de Camilo Sesto. Fue una mezcla de guateque con momentos retro, como la degustación de conguitos, jamones de gominola y otros chuches entrañables, o una divertida sesión de fotos en la que aparecíamos disfrazados con curiosas vestimentas. Todo ello oxigenó de nostalgia el recinto.
 
 Vivir así es morir de amor

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