domingo, 30 de junio de 2013

Tristes certezas


Una temporada más ha acabado, y de nuevo el título del blog resulta desafortunado. Si bien es cierto que la temporada se me presentaba con un sinfín de incertidumbres, según avanzaba la misma me iba dando cuenta de que lo previsible, el descenso de categoría, se cernía de modo inmisericorde sobre el equipo, amparado en varias certezas que lo iban corroborando.
Esas certezas que pronto empecé a descubrir resultaron de lo más variadas. A saber, al contar con un solo equipo esta temporada, asumía que habría una menor asistencia en entrenamientos. Suerte que contamos con una serie de gente, sin ficha, que con su asistencia nos ayudó en ese sentido.
El gran perjuicio que las lesiones nos causó fue otra certeza, otra realidad difícil de superar, porque además se trataba de lesiones de cierta duración. El problema de estas lesiones se agravaba con el hecho de la ausencia de gente sana a ciertos partidos, lo que nos dejaba en auténtico 'cuadro' para afrontar encuentros en los que la victoria resultaba asequible a priori. Partimos, por tanto, en desventaja ya desde el comienzo, y aún así hubo partidos que los competimos, y tuvimos cerca la victoria. Nos perjudicó, así mismo, el horario de varios partidos que jugamos como visitantes.
 
A todo este conglomerado de problemas extradeportivos, que provocaba que acudiéramos a demasiados partidos con muy poca gente, se unieron otras certezas deportivas. Una de ellas, una vez más, la escasez de soluciones tácticas como entrenador, aunque en esta ocasión este hecho me lo tomé de una manera menos trascendente (teniendo en cuenta la declaración de principios que hice al comienzo), otra, la poca fe de algunos jugadores en aceptar y asimilar los conceptos tácticos que se pretendía inculcar, o la poca 'apetencia' a realizar los sistemas de ataque, o la poca implicación de otros durante alguna parte de la temporada. Y para colmo, y no poco importante, sobre todo en determinados partidos, la escasa actitud de algunos, demasiados árbitros para arbitrar. Especialmente exasperante, la incapacidad para sancionar faltas a algunos jugadores del equipo, como a uno muy alto que a veces parecía que tenía dianas dibujadas en los brazos.
 
Estas certezas me hicieron ver que las victorias no iban a ser frecuentes. aunque ingenuamente creí que serían aproximadamente el doble de las obtenidas. Tantas situaciones adversas han tenido su justo castigo, el descenso de categoría. Y eso sucedió a falta de varias jornadas para acabar. Poco bagaje competitivo es ese, aunque quizá el próximo año, con otras mentalidades, con otra filosofía tal vez, podamos hacer de este equipo, un Nuevo Parque Bilbao. Posibilidades hay de ello al menos, puesto que el grupo humano que lo conforma, que ha sido lo mejor del año, lo tenemos.
 
No surrender

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