Hace un año que perdimos a la amama de Iban, a la amama de Parque, a aquella aficionada que veía jugar a sus nietos en cualquier lugar donde nos tocara jugar. Que aguantaba estoicamente sentada en aquellos incómodos banquillos de nuestro colegio, y que por malo que fuera el partido, sólo tenía generosas palabras de ánimo.
Se te sigue echando de menos, amama. Gure oroipenean beti egongo zara
Bizkaia maite
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