Hace frío en el pabellón, las ventanas están abiertas. Me preocupa que nosotros salgamos de inicio con la misma temperatura que el ambiente. Y por ello propongo repetir la idea defensiva del partido anterior, de la última victoria. No albergo confianza en que sirva, pero no me gustaría perder el encuentro ya en el primer cuarto, como sucedió en el de ida.
Y no es así, no perdemos en el primer cuarto, aunque a mediados del mismo encajamos un parcial que nos deja diez abajo. Y es el segundo período el que nos remata. Al descanso, derrota por 17, pero lo peor no es la diferencia, sino la sensación de absoluto desastre que estaba dejando nuestro juego.
Sabiendo lo que nos íbamos a encontrar, sin embargo no preparé adecuadamente el partido. Gran error. No fue, no obstante sino el primero de los desbarajustes generales que nos deparó, sobre todo, la primera parte. Porque las rotaciones de jugadores que iban surgiendo no resolvían los problemas, ni los tiempos muertos tampoco. Cuando cambiaba a alguien por errores tácticos, de intensidad inadecuada, o de simplemente, técnica individual, el siguiente cometía no los mismos, sino otros errores, diferentes, pero igualmente notorios. En este sinfín de cambios buscando a quienes tuvieran al menos concentración e intensidad, fui desesperándome poco a poco, hasta presenciar los últimos minutos del segundo período con impotencia, y sin tiempos muertos que pedir. Así por fin, llegó lo mejor que podía sucedernos: el descanso.
Tras la continuación, poco cambió; al menos a mejor. Unas cuantas rotaciones buscando, pero no encontrando, una mejor imagen al menos. Al finalizar el tercer cuarto nuestra desventaja había aumentando hasta los 23 puntos en contra.
Y en el último período, con la tranquilidad que da el ver el partido ya perdido, algunos cambios, la gente en general más centrada, y una mejor imagen, que al menos nos sirvió para reducir la diferencia, y dejarla en esos 17 puntos finales, que es la misma que habíamos encajado al descanso. Nuevamente, y ya son demasiadas ocasiones, nos acabamos acordando de los parciales encajados de inicio. Puede que alguna vez, alguna tan sólo, esto nos haga reflexionar por dónde nos da el aire en esos primeros cuartos. En este partido el aire fue muy frío, y al acabar, el agua de las duchas caía con la misma gelidez.
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